En pleno ecuador de su 44ª edición, el Festival Internacional de Cine de Huesca hizo entrega ayer del Premio Luis Buñuel al guionista, actor, director y dramaturgo francés Jean-Claude Carrière. El acto, conducido por Alfonso Palomares caracterizado como el director aragonés, se completó con la proyección de Heureux anniversaire, cortometraje por el que ganó el Oscar al Mejor Cortometraje en 1963, y 250 metros, documental dirigido por Juan Rulfo sobre la vida del guionista.
Por la mañana en rueda de prensa, Azucena Garanto, directora del Festival Internacional de Cine de Huesca, agradeció su presencia en la cita cinematográfica oscense, que reúne a un numeroso grupo de jóvenes cineastas para los que el guionista puede servir “como referente y de inspiración para que continúen creando narrativa y que sepan que es posible dedicarse a hacer cine”.
Carrière recordó algunos momentos de su trayectoria, desde sus inicio, como cuando recibió su primer Oscar: “Me acuerdo que el productor saltaba de alegría, gritando ‘el Oscar, el Oscar’ y yo ni siquiera sabía qué eran los Oscar, era un debutante”.
También habló de su relación con Buñuel, con quien firmó los guiones de seis películas como Diario de una camarera, Belle de jour o Ese oscuro objeto del deseo; del privilegio que significaba dicha unión – “es como llegar a la final de unos Juegos Olímpicos, no hay nada más alto”- y de la metodología que usaban a la hora de crear. Una relación de casi 20 años, durante los cuales ambos pasaron largas temporadas trabajando los dos solos: “Trabajar con Buñuel era vivir con Buñuel. Pasábamos tiempo lejos de las ciudades sin mujeres y sin amigos, solos los dos. […] para llegar a una concentración sobre el mismo tema, el guión. Eso quiere decir comer juntos, caminar…”. Como técnica creativa, ambos imaginaban a una pareja francesa, “un hombre y una mujer con gusto por las películas de Buñuel”, a la cual interpelaban de forma imaginaria sobre los proyectos en los que estaban trabajando, una técnica que les servía, en palabras de Carrière, “para entrenar la imaginación y no olvidar nunca al público”.
El acto de entrega contó con un Luis Buñuel, interpretado por Alfonso Palomares, que vino a representar las conversaciones que Carrière mantenía con el director aragonés y que, como confesó, sigue manteniendo a día de hoy: «Un día me pregunté como reaccionaría él en el mundo actual y desde entonces hablo con Buñuel todos los días. A día de hoy, cuando tengo un problema, pienso en lo que haría él». También destacó la importancia que tuvo el director aragonés en su vida: “Para mí ha sido un maestro técnico y un modelo humano. Era generoso, sensible e inteligente”.
Sobre el escenario, en una entrevista conducida por Ramón Día, presidente de la Fundación Festival Internacional de Cine de Huesca, Carrière también aludió a la importancia que tiene el tratar cada nueva obra como la primera porque “lo que no se puede perder es la inocencia y el deseo de contar algo por primera vez”.
Dos horas antes de que diera comienzo el homenaje en el Teatro Olimpia, Jean-Claude Carrière estuvo presente en una firma de libros que tuvo lugar en la Librería Anónima. En el encuentro, muy íntimo, Carrière explicó cómo y porque decidió escribir el libro Buñuel Despierta, recién traducido al español.
El guionista francés aludió en diferentes momentos a las nuevas generaciones y el cambio que los avances tecnológicos introducen en la forma de narrar historias: “Siempre está cambiando. Hay que adaptarse al director, pero también a los tiempo y al público. El siglo XX es el primero en el que han inventado nuevos lenguajes. Toda nueva técnica necesita de un nuevo lenguaje […]. Cada generación debe saber que su lenguaje ha cambiado y va a cambiar”. Sobre el futuro del cine en general y en concreto en España, Jean-Claude Carrière ha comentado que eso dependerá de las nuevas generaciones, por lo que es imprevisible. “En mi época, el cine italiano era de los mejores del mundo. Nosotros estábamos desesperados, porque la audiencia del cine francés era muy baja y de repente llegó el cine iraní que empezó a atraer a mucho público. Con Godard vimos una de esas películas dos veces en la misma sala porque había cosas en el lenguaje de esas películas que no habíamos visto nunca. Algo parecido pasó con el nuevo cine mexicano”. En relación a esto último, Carrière ha definido el cine como “pequeños fuegos que se apagan y se encienden, es difícil decir que el cine de mañana será ruso o polaco; nadie previó el éxito del cine iraní”.