Chema Madoz ha presentado una fotografía, poética y sugerente como todas las que realiza, que cumple perfectamente el cometido de comunicar un evento pero principalmente el de transmitir visualmente el misterio que encierra el mundo del cine. Una puerta a contraluz con una cortina, creo que por encima de todo, cinematográfica, nos sugiere todo un cúmulo de sensaciones.
Chema Madoz cursó Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, simultaneando estudios de fotografía en el Centro de Enseñanza de la Imagen. Su primera exposición data de 1985. Desee 1990 comienza a desarrollar el concepto de objetos, tema constante en su fotografía hasta la fecha. Entre sus muchas exposiciones podríamos destacar la de 1999 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, “Objetos 1990 – 1999”, que se configura como la primera muestra retrospectiva que el museo dedica a un fotógrafo español en vida. En el año 2000 recibe el Premio Nacional de Fotografía de España.
Madoz hunde sus raíces creativas en las vanguardias del primer tercio del siglo XX, en el dadaísmo y el surrealismo. Me viene al pensamiento Man Ray que elevó la fotografía al mundo del arte. Desde la herencia de la funcionalidad artística de los objetos surrealistas, en donde la provocación racional unida al azar, provocaba un efecto poético, muchos han sido los artistas que han continuado con este ánimo conspirador, como Joan Brossa. Sin embargo, Chema Madoz se distancia trabajando desde la idea, desde lo intangible. Si bien necesita objetos para la realización de sus imágenes, estos desaparecen en la propia imagen. Los objetos de las fotografía de Chema Madoz se han ido poetizando con el tiempo. Unos fondos neutros y limpios acentúan toda la carga poética que se establece con el espectador. Las fotografías de Madoz son poesías visuales. Dice el artista: “De alguna manera me cuesta mucho más llegar a matizar cuando me expreso verbalmente, mientras que con el lenguaje visual tengo otras capacidades a la hora de trabajar. Puedo ser más contundente, puedo ser más sutil… Tengo la sensación de que controlo mejor los diferentes planos y las diferentes posibilidades de lectura que si controlo sólo el aspecto verbal”.
Isidro Ferrer nos ha facilitado y ha allanado la vía para llegar al fotógrafo de fama internacional y, como gran diseñador, también Premio Nacional, en este caso de Diseño, ha realizado el diseño tipográfico del cartel, con gran respeto a la fotografía y un ritmo y cadencia de las letras adecuado al ritmo fotográfico.