Texto y fotos: Lucía de la Sierra
¿Quién está detrás de la pequeña ventana de la que sale la luz del proyector de cine? Muy pocas veces, cuando vamos al cine, nos hacemos esa pregunta. Quizás, de manera egoísta, sólo nos acordamos de las imágenes que hemos visto en la pantalla, olvidándonos de la labor de las personas anónimas que hacen posible que las películas que se proyectan no pierdan su calidad y su magia. Pere Vila es una de esas personas.
Pere Vila nació en 1951 en Molins de Rei. Actualmente reside en Sant Feliu de Llobregat, provincia de Barcelona y tiene una empresa audiovisual llamada Pere Vila Audivisuals S.L. que ofrece cualquier tipo de servicio que tenga que ver con proyecciones audiovisuales.
Desde los cinco o seis años sintió vocación por el trabajo de proyectista. “Con mi abuelo fuimos a ver a un amigo suyo que trabajaba como operador en un cine. En aquel tiempo las películas eran inflamables, y ese día vimos como un rollo de película se quemaba. Al ser pequeño, eso me motivó”, explica Vila. A los siete u ocho años le pidió a su padre que le comprara un proyector de cine para poder ver películas con sus amigos. Poco tiempo después, con catorce, empezó a trabajar como operador en un cine. Aunque han transcurrido muchos años desde que comenzó en su profesión, Pere Vila no ha abandonado el foco del proyector hasta el día de hoy.
Estos días, en los que en la capital oscense se celebra el 40º Festival Internacional de Cine de Huesca, realizará su trabajo en el Teatro Olimpia de Huesca. Son muchas horas de proyección y el proyectista del Olimpia necesita el refuerzo. “Gracias a diversos contactos que tenía y que conocían mi trabajo, hoy estoy aquí. La verdad es que ahora mismo me siento muy contento”.
Al igual que cualquier máquina, existen diversos tipos de proyectores. Cada uno tiene sus peculiaridades y es todo un mundo. Proyectar una película conlleva un trabajo preciso y muy meticuloso, que debe rozar la perfección en el empalme o unión de los rollos, por ejemplo. Normalmente las películas suelen llegar a los cines divididas en cinco rollos y hasta en diez, como Avatar, por su larga duración. “Se necesita paciencia en esta profesión. No nos podemos poner nerviosos. Este oficio es duro pese a que ahora la tecnología digital lo está cambiando mucho. Aun con todo, creo que hay que sentir afición por esto”, opina Pere Vila. Con respecto a la maquinaria del Teatro Olimpia, dice que le está costando un poco adaptarse. “Yo creo que según vaya practicando le iré cogiendo el tranquillo”, manifiesta positivo.
Quizá el proyectista más conocido es Alfredo, personaje ficticio de la película italiana Cinema Paradiso dirigida por Giuseppe Tornatore en 1988. En el largometraje se puede ver como trabajaba un operador de cine a finales de la década de los años cuarenta. “Pese a que conozco al personaje, nunca me he sentido identificado con él. Alfredo es el operador de toda la vida y una persona entrañable”.
Hay cines que están abiertos prácticamente unas diez horas al día, lo que significa que algunos proyectistas ven hasta cinco películas en cada jornada de trabajo. Esto supone que a lo largo de su carrera pueden llegar a ver cientos de película, ¿son capaces de elegir una como su favorita? “Hay muchas películas que cuando las he proyectado me han impresionado mucho por su contenido o por diversas causas. He visto tantas películas que no te podría decir una. Pero me han gustado mucho películas como Dersu Uzala o Apocalypse Now”, explica Vila.
Debido a que en estos últimos años casi todas las películas se están pasando a formato digital, el trabajo de los operadores ha ido cambiando. Las ofertas de trabajo están disminuyendo e incluso comienza a haber gente en paro. “Cada vez hay menos festivales que nos ofrecen trabajo. Creo que en un año o dos, mi profesión va a desaparecer. Serán los informáticos los que desempeñen nuestro trabajo”, reconoce Vila. Explica que incluso
los informáticos seguirán el mismo camino, porque las películas las controlarán desde un ordenador central que pasará la imagen a todos los cines a través de la señal de un satélite. “Los taquilleros sólo tendrán que apretar un botón para encender el proyector, la señal llegará, y ya estará todo el trabajo hecho”.
Según Vila, el cine va a perder su magia si pasa a formato digital. “En el cine sientes pasión por querer hacerlo todo muy bien. Todos los procesos tienen su magia porque se hacen manualmente. En lo digital todo lo hacen las máquinas”. El fenómeno digital lo ha notado también su empresa, Pere Vila Audiovisuals S.A. El formato de proyección más demandado actualmente por sus clientes es el digital, al que augura mucho futuro. Por el contrario, no opina lo mismo de las películas 3D. “Es una moda pasajera”.