El Festival Internacional de Cine de Huesca dirige este año su mirada al mundo rural y a los proyectos que desde allí emergen con fuerza para dar visibilidad a la riqueza cultural existente en los pueblos. Uno de los platos fuertes de esta jornada denominada ‘Ventana Aragonesa’ (patrocinada por Aragón TV) es el estreno nacional del largometraje Amateur, el primer trabajo de Martín Gutiérrez como director de documental. Una película que se presentó como proyecto hace dos años en el certamen oscense y ya se ha alzado con el premio al mejor proyecto español en el Festival de Cine de Málaga y recientemente fue reconocido en el Festival de Documentales de Tesalónica.
EL LARGOMETRAJE DOCUMENTAL DE MARTÍN GUTIÉRREZ TIENE SU PREMIÈRE NACIONAL EN EL MARCO DE LA 50º EDICIÓN
Esta cinta parte de la observación de historias reales, aparece la gente y los espacios en los que ha crecido su director y productor, Martín Gutiérrez. Nació hace cuarenta años en el Valle de Hecho, uno de esos tantos pequeños municipios que existen en España, donde el 85% del territorio es rural pero solo vive el 20% de la población. Amateur es el resultado de una década de grabaciones con hasta cinco cámaras diferentes para compartir con el público “la idea de lo que es para mí la casa, el hogar”, tal como lo expresa el propio Martín Gutiérrez, quien dice no haber hecho una película de drama o guion sino que la define como “un gesto de cariño y justicia hacia personas y espacios” y “un entorno donde invito a participar y jugar”.
En este documental, de una hora de duración, confluyen tres historias. La primera está protagonizada por sus abuelos, Antonio Gutiérrez y María Larripa, “la relación de amor entre ellos, los últimos días de cariño entre los dos” porque -explica Gutiérrez- su abuela falleció en el proceso de edición. Como muchos otros de aquella generación, su abuelo llegó a Hecho por la guerra y trabajaba entre el monte y la serrería de la villa. Antonio Gutiérrez es un personaje muy importante en la película y el día del estreno en el Teatro Olimpia de Huesca coincide con su 103 cumpleaños. El origen de la palabra que da título al trabajo ya es una declaración de intenciones: hacer las cosas con pasión. “Se puede decir que mis abuelos me obligaron a hacerlo de forma amateur”, reconoce.
La segunda de las historias está más ligada al “existencialismo” y a un “planteamiento errante, de quien vive la vida como un niño”. Lo que se puede ver son las vivencias de un valenciano que pasó sus últimos días gastando y regalando lo que tenía en la zona antes de suicidarse. Eran los años 90 y Martín lo recuerda como “una persona llena de energía, con mucho dinero enrollado con una goma, de los que llegan de la ciudad en busca de relacionarse con un pensamiento muy idealista”. También aparecen sus amigos porque a uno de ellos le regaló la primera bicicleta de montaña que se había visto en el pueblo.
Otro de los puntos que casualmente tienen en común las tres historias es que se desarrollan, de alguna forma, en torno al refugio ubicado en la zona de Oza. Allí es donde llevó a cabo el suicidio, pero también su abuelo dormía en ese espacio después de extraer la madera de los montes y en las inmediaciones se desplegó uno los rodajes más espectaculares que se recuerdan en el verano de hace cinco años. Se trata de The Sisters Brothers, la última película de Jaques Audiard al que Martín admira.
“Lo que se oía es que Hollywood viene a Hecho”, dice el director cheso, que aporta en la última parte de la cinta una reflexión acerca del ámbito cinematográfico “para hablar también de ese tipo de cine que creo que se hace demasiado, del que parece tener las cosas muy claras, de esta historia es la que se va a contar aquí y punto”. Al enterarse de que estaba prohibido grabar, “lo que hice es ponerme detrás de los árboles como si fuera un niño”. El punto de vista se enriquece “del niño escondido filmando como algo divertido a Oregón en Oza”.
Mientras se estrena esta cinta, Martín Gutiérrez ya trabaja en dos nuevos proyectos, el que ha centrado en Candanchú “una metáfora de muchas cosas entre la ficción y el documental” y otro “más experimental y de corte adolescente” que parte de las grabaciones que realizaba durante las giras por Estados Unidos en su faceta como integrante de un grupo musical. Eso fue después de irse de Hecho a los 18 años para estudiar cine en Barcelona y luego en San Antonio de los Baños, Cuba.
En esa mirada al territorio más próximo, ha visto la luz la desconocida historia de una imprenta hebrea localizada en el Híjar del siglo XV, origen de algunos de los principales incunables impresos en la península ibérica que son objeto de estudio en las universidades más prestigiosas del mundo.
SE HA PRESENTADO EL PROYECTO DEL TUROLENSE JOSÉ ÁNGEL GUIMERÁ QUE RECUPERA EL LEGADO DE ATLANTANSÍ
El seguimiento de las pistas dejadas en estos libros y la peculiar vida de su impresor darán vida a esta historia en la gran pantalla, así lo ha contado el director, José Ángel Guimerá, que ha estado junto a otros miembros del proyecto, entre los que se encuentra Ignacio Ramos, coguionista; Asunción Blasco, asesora de guion; y Chus Fernández, responsable de la banda sonora.
Eliezer Alantansí, de carácter impulsivo y emprendedor, es a quien se atribuye el haber establecido la imprenta hebrea en Aragón y la segunda de España. Nacido en Huesca con varias ramas de la familia en la capital oscense y también en Zaragoza e Híjar, llegó a la localidad turolense en torno a 1484. La imprenta de Alantansí tuvo una corta vida porque se desmanteló poco antes de la expulsión de los judíos de España. “Una serie de escenas que se sitúan a bordo de un barco, tras el exilio forzado del impresor, nos permitirán hacer un flashback de su vida”, cuenta el director turolense de un proyecto que ya tiene nombre: Libros. El Legado de Alantansí.